El cultivo del olivo en el Bages se remonta a tiempos remotos y así nos lo evidencian ciertos vestigios que nos demuestran la tradición del cultivo del olivo y la obtención de aceite en el territorio: prensas de aceite, lagares de piedra o almazaras, piedras de molino, construcciones de piedra seca, entre otros.

La llegada de la industrialización textil de principios del s.XX, con fuerte presencia en las cuencas fluviales del Bages, supuso un progresivo abandono de la actividad agraria, incluyendo el cultivo del olivo, que fue retrocediendo hasta a convertirse en una actividad prácticamente testimonial y relegada a la obtención de aceite por autoconsumo en las masías.

Otro de los momentos clave que desataron el declive del cultivo fueron las heladas de los años 1956 y 1962. La primera causó muchos daños a los árboles, que quedaron fuertemente afectados, y la segunda tuvo unas consecuencias muy perjudiciales, ya que ocurrió justamente cuando los olivos se empezaban a recuperar de la primera helada. Estas inclemencias fueron decisivas en el retroceso del cultivo de olivo en la zona, ya que muchos productores las arrancaron de pura cepa.

Afortunadamente algunos de los cultivos se mantuvieron y los pies de los olivos afectados no murieron, sino que rebrotaron. A pesar de las afectaciones, el cultivo del olivo nunca se ha perdido, sino que se ha mantenido como patrimonio de las casas solariegas, siendo un cultivo complementario y en algunos casos de subsistencia y para autoconsumo.

La llegada de la industrialización textil de principios del s.XX, con fuerte presencia en las cuencas fluviales del Bages, supuso un progresivo abandono de la actividad agraria, incluyendo el cultivo del olivo, que fue retrocediendo hasta a convertirse en una actividad prácticamente testimonial y relegada a la obtención de aceite por autoconsumo en las masías.

Otro de los momentos clave que desataron el declive del cultivo fueron las heladas de los años 1956 y 1962. La primera causó muchos daños a los árboles, que quedaron fuertemente afectados, y la segunda tuvo unas consecuencias muy perjudiciales, ya que ocurrió justamente cuando los olivos se empezaban a recuperar de la primera helada. Estas inclemencias fueron decisivas en el retroceso del cultivo de olivo en la zona, ya que muchos productores las arrancaron de pura cepa.

Afortunadamente algunos de los cultivos se mantuvieron y los pies de los olivos afectados no murieron, sino que rebrotaron. A pesar de las afectaciones, el cultivo del olivo nunca se ha perdido, sino que se ha mantenido como patrimonio de las casas solariegas, siendo un cultivo complementario y en algunos casos de subsistencia y para autoconsumo.

El olivo en Cataluña representa casi un 15% de la superficie agrícola y es el principal cultivo leñoso. En 2019 se censaron 109.731 ha dedicadas específicamente al cultivo del olivo, de las cuales más del 80% eran cultivos en secano y casi toda la producción estaba destinada a la aceituna de almazara. Casi todas las comarcas catalanas tienen en su territorio explotaciones agrícolas de olivo.

La producción de aceite en Cataluña tiene comercialmente una tendencia a la producción de aceites bastante uniformes, se estima que más del 85% de la producción catalana se basa en cuatro variedades principales de olivo (‘Arbequina’, ‘Morruda’, ‘Empeltre’ y ‘Sevillenca’), donde la variedad ‘Arbequina’ representa más del 50% de la superficie plantada de olivo.

La comarca del Bages cuenta con datos oficiales de 213 ha con una producción de 258 t de aceite. Los datos oficiales reflejados en la DUN, ponen en evidencia que son tres las variedades que predominan en la comarca y son por orden de importancia en superficie cultivada la variedad ‘Arbequina’, la ‘Corbella’ y la ‘Verdal de Manresa ‘.

Recepción / entrada olivas

https://www.regio7.cat/bages/2022/11/07/larbre-lampolla-com-fa-loli-78246495.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share